julio 03, 2006

hace sólo unas horas concluyó una nueva práctica matutina para el aikidoka. pero sería de una necedad absoluta referirse a la práctica de hoy, sin antes referirse a la magnífica experiencia vivida por el aikidoka durante el seminario del fin de semana.

fueron en total cinco prácticas de dos horas cada una en la que el carismático sensei extranjero (que recorre el mundo impartiendo sus conocimientos) se entregó por entero intentando desentrañar los misterios insondables del aikido.

los conceptos básicos sobre los cuales estuvieron centradas la totalidad de las prácticas fueron básicamente dos:

- la estrecha conexión que debe establecer cualquier aikidoka con su hara. el centro, el centro, el centro. "el centro es lo más importante", debe haber repetido un centenar de veces el risueño sensei. un concepto que puede sonar sencillo a los oídos, pero que esconde enormes dificultades a la hora de captarlo.

- la esencia del aikido no se basa en el punto de contacto entre uke y nage (las manos, los antebrazos o el bokken, por ejemplo), como sería lógico pensar, sino en el espacio que se genera entre ambos. un espacio que debe abrirse, extenderse lo más posible, abrirse a la inmensidad del dojo y mucho más allá. un espacio que puede cortarse o convertirse en vacío cuando nage así lo determine.

el sensei habló también de la importancia de mantenerse constantemente relajado durante toda la práctica. alerta pero relajado. los hombros y los brazos sueltos, los pies bien plantados sobre el tatami, las rodillas levemente flectadas, y los ojos bien abiertos, en visión panorámica. es importantísimo para cualquier aikidoka tener conciencia de su entorno.

sin embargo, a pesar de que durante todas la prácticas el sensei derrochó alegría y se vivió sobre el tatami un ambiente de alegría y camaradería, el aikidoka no puede dejar de reparar en algunos aspectos no tan felices.

como por ejemplo el hecho de haber protagonizado la más ridícula y estrepitosa caída de todo el seminario, cuando todos los practicantes debieron saltar sobre una aikidoka sostenida por sus hombros y pies por otros dos aikodokas. uno a uno fueron sorteando todos el obstáculo humano con una voltereta, sin problemas. hasta que llegó el turno del aikidoka. todas las miradas estaban centradas en él (como lo estuvieron sobre el resto de los practicantes) y quizás fue esa presión (o su indescriptible ineptitud), lo que hizo que el aikidoka diera un salto horrible y cayera con la espalda paralela al tatami, dándose un duro golpe, provocando los oooohhhhh y algunas risas por parte del resto de los asistentes al seminario.

cabe consignar aquí, que en la última práctica el aikidoka tuvo un desempeño lamentable. se le vio totalmente ido, desconcentrado, descordinado, fuera de sí. la que debió haber sido la mejor práctica (la sesión final), fue una práctica nefasta, una práctica que el aikidoka preferiría olvidar para siempre. o quizás recordar para siempre, para así evitar caer en el mismo error (error que el aikidoka tiene muy claro, pero que no está dispuesto a reconocer).

aparte de eso, durante el seminario el aikidoka comprendió que a la hora de los quihubos, algunos (sólo algunos) aikidokas de mayor rango, caen presa del ego y la soberbia y se comportan de manera displicente hacia los practicantes novatos. pero esa es quizás una impresión errada del aikidoka, quien, en ciertas ocasiones, tiende a tergiversar la realidad.

por último, algunas reflexiones:

el sensei dijo que había que para conseguir algo en el aikido, hay que trabajar muy duro (y el aikidoka trabaja muy duro), dijo que había que sudar mucho (y el aikidoka suda como caballo de feria en cada práctica), dijo también que había que equivocarse mucho (y el aikidoka lo único que hace es equivocarse. una y otra vez).

esto podría hacer pensar que quizás algún día el aikidoka pueda llegar a convertirse en un digno representante de este hermosa disciplina. sin embargo, finalizado el seminario, el aikidoka comprendió que por más que se esfuerce (y a pesar de que seguirá esforzándose) nunca será capaz de rozar este arte.