julio 14, 2006

"esto es todo lo que puedo enseñarles" dijo el sensei esta mañana. y cualquiera podría imaginar que estaba desplegando una técnica complejísima o alguna elongación inhumana o movimientos veloces. pero no. el sensei simplemente estaba de pie, con los brazos levemente abiertos, abriéndolos y bajándolos lentamente y posando la mirada en cada rincón del dojo.

"todas las técnicas nacen aquí", decía el sensei sin dejar de realizar esos casi imperceptibles movimientos que aparentaban no requerir mayor esfuerzo. el enigma, como siempre, se manifestaba allí: en la noción del centro, en la toma de control del hara.

esta vez no se trataba del sensei residente (que dicho sea de paso hoy no participó de la práctica, y lucía un ojo en tinta producto de un talonazo accidental durante práctica anterior), sino del sensei venido del extranjero, que tras un breve viaje volvió al dojo local. de esta forma, sin imaginarlo, el aikidoka (junto al resto de los aikidokas) tuvo el privilegio de ponerse nuevamente bajos sus órdenes.

curiosamente, a partir del seminario impartido por este sensei, las prácticas matutinas han estado bastante concurridas. lo cual, lejos de molestarle, estimulan al aikidoka, puesto que, como ya ha sido dicho en un par de ocasiones, le inyectan diversidad a la práctica, pero sin alcanzar las aglomeraciones que se producen en las prácticas vespertinas.

la de hoy fue una práctica quizás no tan intensa en términos físicos, pero que sí dejó enormes desafíos. desafíos que se podrían tildar como "los mismos de siempre" (el centro, la vista, plantarse bien en el tatami, mantenerse relajado). pero si bien son conceptos que el aikidoka logra internalizar fácilmente en su cabeza, sabe también que probablemente nunca consiga aplicarlos con total propiedad.