a veces hay sucesos ocurridos fuera del dojo que repercuten directamente en el accionar del aikidoka sobre el tatami. pequeños sucesos como, por ejemplo, darle la espalda al sol por demasiado tiempo durante una plácida tarde de piscina.
esto fue lo que le ocurrió al aikidoka, quien esta mañana llegó al dojo con la espalda levemente irritada, pero lo suficiente como para que el roce de la piel con su keiko gi de tela de grano de arroz, le produjeran algunas molestias.
como si esto fuera poco (y como si una vez más hubiera estado confabulado con el azar) sempai realizó una práctica en la que predominaron los ushiro ukemis, motivo suficiente como para convertir la primera parte de la práctica, en un pequeño calvario.
y la primera parte de la práctica se originó a partir de katatedori, llevando el brazo tomado hacia arriba para luego dar un giro de caderas y doblar la espalda de uke flectando las rodillas y dejando caer el peso del brazo sobre su cuello (instante en el que tanto nage como uke debían soltar el aire inspirado antes del ejercicio).
la segunda parte de la práctica fue una variación de este ejercicio pero con un jo, el cual fue utilizado en tres variantes: primero en una muy similar a la técnica del principio. uke debía entrar por un costado y tomar la punta del jo y nage, por su parte, debía elevar el jo (moviéndolo una fracción de segundos antes de uke) para luego dejarlo caer y provocar la proyección de uke hacia atrás.
el segundo ejercicio consistía en el mismo agarre, sólo que esta vez nage debía dejar a uke tomar la punta del jo, lo cual hacía imposible elevarlo para luego hacer retroceder a uke. frente a esta situación, lo que debía hacer nage era dar un paso atrás y luego entrar con el jo a baja altura por el otro costado de uke, provocando así su proyección.
la tercera versión de la técnica era permitir también que uke tomara de inmediato el jo, pero esta vez nage debía acortar el espacio disponible del jo adelantando la mano más cercana a la punta, para luego elevar con la otra mano la otra punta del jo y provocar de esta forma una nueva proyección.
fue una práctica de escasa concurrencia, en la que además dos de los cuatro asistentes debieron partir antes, por lo que hacia el final, sempai decidió trabajar alternadamente con los dos que iban quedando (entre los cuales se contaba por supuesto al aikidoka).
se trató de un trabajo intenso, que permitió al aikidoka seguir intentando resolver el enigma de este arte, pero le permitió además botar (mediante los litros de sudor que brotaban de su cuerpo) la poco recomendable cantidad de alimentos ricos en grasas saturadas que consumió durante el fin de semana, en el transcurso de esa plácida tarde de piscina.