"aceptar" fue el término sobre el cual se centró la práctica de esta mañana. aceptar el ataque de uke y no oponer resistencia. aceptar esa fuerza, dejarse llevar por ella. aceptación del cuerpo propio, aceptación del cuerpo del otro.
el aikidoka también tuvo que aceptar que hay veces en que las cosas salen bien (o al menos medianamente bien) y otras en que definitivamente no salen. claro que esa fue una reflexión que el aprendiz no verbalizó y simplemente se dedicó a trabajar en silencio, intentando total entrega en cada movimiento.
todo comenzó con ryotedori, ataque que nage debía resolver mediante un giro de caderas en 180 grados, concluyendo con la proyección de uke mediante el traslado de ambas muñecas tomadas a su centro.
el aikidoka ocupó buena parte de la práctica intentando dilucidar si era la rodilla del flanco externo o la rodilla del flanco interno la que debía apoyarse en el piso como nage al momento de la proyección de uke. y cuando logró resolver el enigma se efrentó con una respuesta demoledora: daba igual. daba igual si se ponía una rodilla o la otra (o las dos o ninguna). claro que esa fue una respuesta que obtuvo exclusivamente a través de la observación. lo importante no era qué rodilla poner en el suelo, lo importante era sentirse cómodo. "aceptar, aceptar, aceptar".
inmerso en la misma lógica, el aikidoka se preguntó si debía corregir a un compañero que estaba realizando mal esta técnica (o peor que el aikidoka, al menos), ya que como nage estaba subiendo mucho los brazos, quedando a merced de uke al momento del giro. finalmente el aikidoka no corrigió a su compañero. pero no porque no quisiera que su compañero mejorara, sino porque no se sintió con autoridad para hacerlo. más tarde sempai fue quien se encargó de corregir a este otro aprendiz, tal como el aikidoka esperaba que ocurriera.
así se desarrolló buena parte de la clase, en la que el aikidoka efectivamente buscó el placer más que la efectividad. y disfrutó como nage girando y haciendo rodar a uke y disfrutó con cada ukemi, más allá de la acuciosidad con que éstos estaban realizados. de hecho hoy el aikidoka reparó en el hecho de que a pesar de estos varios meses de práctica, siente que aún no puede realizar un ukemi de manera plástica y fluída. unos son más plásticos que otros, por cierto, pero siempre hay torsiones indebidas o que no se sienten del todo....como decirlo, circulares.
tal como en esto, el aikidoka reparó también durante la práctica en cada uno de sus errores, y prefirió empezar desde el principio, deteniendo la técnica antes de terminar haciéndola mal. quizás esto no es lo indicado, pero así sucedió.
fue una práctica que comenzó con gran intensidad, y que lentamente fue bajando su ritmo, hasta terminar en ikkio omote a partir de chomen uchi en suwari waza. todo muy lento, como lo pidió expresamente sempai, reparando en cada etapa de la técnica, buscando la mayor relajación posible del cuerpo, abriendo el espacio como nage, extendiendo el cuerpo como uke, manteniendo el nexo entre ambos haras, como un ente indisoluble. y claro, porque nage no sería nage sin uke y al revés. de hecho si falta cualquiera de los dos, simplemente no hay aikido.