a pesar de que se trata de dos sempais distintos (o quizás por ese mismo motivo), hoy al igual que el lunes, fue kokyu ho la técnica en torno a la cual se centró la práctica. esto permitió al aikidoka percibir las distintas nociones que tienen los distintos sempais (y los distintos aikidokas en general) sobre una misma técnica. porque mientras sempai el lunes sugería llevar los pulgares a los hombros, este miércoles sempai señalaba que había que abrir los brazos desde adentro hacia afuera, partiendo desde el centro, elongando el bajo vientre y recibiendo la entrada de uke, quien debía permanentemente manifestar su intención de acceder al hara de nage. sempai recalcó la especial importancia en la actitud de uke, tanto en ésta como en todas las técnicas, actitud que debe ser enérgica, sincera, respetuosa y conciente del peligro que encierra un ataque descuidado y displicente.
desde kokyu ho, se pasó sutilmente a tenchi nage, a partir de ryo tedori. primero en tachi waza, abriendo los brazos y entrando en el espacio de uke para provocar su desequilibrio y posterior proyección. acto seguido el ejercicio sufrió una pequeña variación y ésta consistió en que nage, que siempre debía permitir o aceptar la entrada de uke, terminaba la técnica en seiza, ya no realizando irimi, sino bajando lentamente a medida que nage seguía intentando entrar a su espacio.
sólo cuatro alumnos marcaron el pulso en la práctica de esta mañana, pero bastaron para ocupar los espacios y desplegar toda su energía en cada rincón del dojo. sobre todo cuando sempai ordenó realizar randori, instancia en la cual cada uno de los practicantes debió pasar al centro y recibir el ataque del resto de sus compañeros, combinando las técnicas de defensa demostradas durante la práctica.
si bien durante randori el aikidoka no demostró mayor pulcritud al momento de realizar las técnicas, sí se le vio atento, despierto, alerta, con sus reflejos a flor de piel, haciendo su mayor esfuerzo (que siempre es insuficiente) por evadir los ataques de sus compañeros.
terminada la práctica, el aikidoka asumió una fuerte realidad: conforme pasan las prácticas, su cuerpo, su mente y su espíritu, ha ido gatillando cierta adicción al aikido. sin embargo, esto no le preocupa en lo más mínimo.