enero 22, 2007

poco a poco, muy sutilmente las prácticas están comenzando cada vez con menos luz. sólo algunos tímidos rayos de sol coloreaban tangencialmente las nubes que hoy cubrían buena parte del cielo.

ya sobre el tatami, sólo sempai y el aikidoka hicieron el saludo al kamiza. minutos más tarde, casi cuando había concluído el precalentamiento, se sumaron otros dos practicantes, ambos menos experimentados que el aikidoka (lo que ya es mucho decir).

y lo de hoy fue una plástica concatenación de ejercicios: primero, sentado en seiza frente a un compañero, el aikidoka, tomado de las muñecas, debía simplemente intentar llevar los pulgares hacia sus hombros. después de algunos minutos, el aikidoka debía seguir realizando este ejercicio, pero ahora pensando en su mano como en una katana, esto es con los dedos extendidos, manteniendo recta esa línea imaginaria que existe entre el codo y la punta del dedo meñique. posteriormente, después de otros varios minutos realizando este ejercicio, sempai pidió coordinar el movimiento con la respiración, inspirar al absorver a uke y exhalar al momento de soltarlo. el paso siguiente fue incluir la cadera para que, al momento de estar uke arriba (cuando nage tiene los pulgares pegados a sus hombros, alineados sus brazos con los brazos de uke, la mano como una katana, la respiración que va y viene), mover la cadera hacia un lado y hacia otro. ¿cuál es el resultado de esta concatenación de ejercicios? nada más (pero tampoco menos) que kokyu ho.

al menos la mitad de la práctica estuvo centrada en este ejercicio, lo que se tradujo en un trabajo pausado, introspectivo, en el que sempai hizo especial énfasis en la respiración. pero cuando ya la práctica había entrado en su segunda mitad, sempai pidió realizar el mismo ejercicio pero de pie, agregándole mae ukemi, imprimiéndole de esta forma gran velocidad y mayor esfuerzo a una práctica que hasta ese momento había sido reposada.

junto a este ejercicio, sempai demostró otro que consistía en que uke tomaba de ambas muñecas a nage y éste debía tirar a uke con los brazos sueltos, pero llevándolo a su centro para luego proyectarlo. fue así como la práctica que había empezado lentamente, al ritmo de la respiración de un monje budista, terminó con el aikidoka respirando por la boca, jadeante, pero con la energía suficiente para responder dignamente a un randori, cuando sempai hizo el rol de nage para combinar las técnicas presentadas durante toda la primera parte.