lo que más lo impresiona de la práctica es esa aparente levedad, cuando en realidad se está desarrollando un trabajo físico muy intenso. sobre todo cuando como hoy, sempai volvió a escoger al aikidoka como uke para ejemplificar la mayoría de las técnicas.
hasta ahora el aprendiz no había captado el esfuerzo físico extra que ese pequeño honor exige.
el tema central de la práctica de hoy, se fue desenvolviendo a partir de katatedori. primero, al igual que durante el precalentamiento, se debía ofrecer un brazo a uke, para luego, poco antes de que éste lo hubiera tomado, recoger el brazo cerrando la muñeca hacia el centro y luego kaiten para clavar el brazo de uke, provocando su proyección.
posteriormente este ejercicio evolucionó hacia arriba: nage debía dejar que uke tomara su muñeca para elevarla, siempre por el centro, y luego, una vez que el brazo de uke está lo más arriba posible y ya desequilibrado, ocupar su espacio recurriendo a kaiten para sacar a uke de su espacio y proyectarlo en ushiro ukemi.
el paso siguiente fue solo dejar pasar a uke. ofrecer la muñeca como una carnada, para que cuando uke fuera a tomarla, ésta se recogía, se cerraba hacia el centro y la otra mano se cruzaba por arriba para dejar pasar la mano de uke.
todo esto había sido cuidadosamente urdido por sempai para que las técnicas anteriormente descritas confluyeran en iriminage. ténica que el aikidoka realizó de forma irregular, sobre todo cuando le tocó como uke el enorme amigo balcánico, de quien el aikidoka podía literalmente colgarse del cuello sin que este humano se inmutara.
hoy el aikidoka comprendió que, más allá de los grandes poderes políticos, las grandes vertientes y de las miles de ramificaciones y enfoques con las que el aikidoka se ha encontrado(y sobre todo se encontrará) en este camino, finalmente sobre el tatami sólo hay personas que intentan fluir, y eso produce una inexplicable sensación de plenitud.