fueron exactos 38 días los que el aprendiz se mantuvo alejado del dojo.
a pesar de los valiosos consejos de ko hai, el aikidoka no tuvo oportunidad (o tiempo) para acercarse al dojo como observador. (ya que se ha dado la instancia, se agradece también el interés que manifestó taiko go san por la condición física de este aprendiz).
durante su período de recuperación, en el que experimentó diversos estados anímicos (en un abánico que podía ir desde la rabia hasta la más profunda indiferencia) el aikidoka se volcó a la lectura de diversos escritos relacionados con las artes marciales en general y el aikido en particular.
principalmente conversaciones con otros practicantes de diversos grados. conversaciones o imágenes audiovisuales que se dieron la mayoría de las veces (aunque para ser más exactos deberíamos decir en su totalidad) en un ambiente virtual.
conversaciones que permitieron al aikidoka descubrir aristas que para él habian sido hasta ahora desconocidas. puntos de vista, opiniones, acercamientos, motivaciones, aspiraciones y reflexiones diversas tanto en la forma como en el fondo. intercambios que sin duda intervinieron en la percepción que el aprendiz tenía sobre este camino.
de ahí radicaba la especial importancia que tenía este primer encuentro con el tatami después de este tiempo de inactividad física.
pero no era sólo una prueba física, sino que también un desafío a la percepción que el aikidoka tenía de la práctica después de la enorme cantidad de ideas y opiniones de otros practicantes que pasaron frente a sus ojos (y se metieron en su cabeza) durante este lapso.
y la verdad es que este regreso no pudo ser mejor para el aikidoka. a pedir de boca habría que decir, si quisiera usarse un término manido.
porque como si el sempai hubiera sabido lo de su lesión (y claro que no lo sabía) la práctica estuvo centrada en luxaciones de hombro y proyecciones (mae y ushiro) a partir de katadori. una práctica que exigió especialmente los tendones y ligamentos de los hombros, prueba que fue sorteada de manera impecable por el aikidoka, quien además disfrutó rodando sobre el tatami después de todos estos días.
sumado a todo esto, está el hecho de que fue una práctica poco concurrida pero muy heterogénea.
al aikidoka lo sorprendió gratamente la progresión que pudo apreciar en un practicante a quien un día, hace un par de meses, el aikidoka vio llegar a su primera práctica (con buzo y sudadera) y ahora lucía orgulloso su keiko gi de textura granulada y por cierto un notorio avance en su acercamiento a la técnica.
fue una práctica que podríamos definir como suave, pero no por eso poco exigente, lo cual resulta de suma importancia, para permitir al aikidoka un acercamiento gradual al keiko.