octubre 23, 2006

el aikidoka no asistió hoy a su práctica matutina. pero no por falta de interés, sino por que su cuerpo le pidió un descanso. un merecido descanso, habría que agregar, ya que el aikidoka asistió el fin de semana a un interesante seminario, el que lo obligó a entregar lo mejor de sí mismo para soportar las cinco prácticas (dos diarias de dos horas cada una) a las que asistió a partir del pasado viernes.

del seminario se podrían decir tantas cosas que quizás lo más prudente sería callar. o quizás no. quizás intentar repetir algunos de los conceptos a los que sensei se refirió durante estos. el espiral fue uno de ellos. sensei aseguró que el aikido (y finalmente la esencia de la naturaleza) es un espiral contínuo que no se corta, sino que avanza en permanente evolución.

sensei se refirió a la libertad que hay que darle a cada técnica, a lo innecesario que es la búsqueda del triunfo. sensei aseguró que si nage no obtiene resultados con una técnica determinada, siempre tiene tiempo para hacer un cambio. y he ahí otro concepto que sensei utilizó con frecuencia durante el fin de semana: el cambio. cada técnica, según dijo, consiste básicamente en abrir un espacio y en determinado momento debe producirse un cambio, que es el que finalmente permite conseguir el objetivo.

un punto de contacto es la extensión del hara. en el contacto de un dedo debe estar concentrado el centro de cada practicante.

mención aparte merece el atokeiko al que fue sometido el aikidoka por sensei al final de la primera jornada. se trató de una experiencia sencillamente alucinante, en la que el aikidoka entraba con todas sus fuerzas sobre sensei para que después éste lo proyectara con energía inusitada, obligando al aikidoka a realizar ushiro ukemis, caída que el aikidoka pocas veces ha practicado, pero que en manos de sensei resultaron bastante fluidas y sumamente estimulante.

el espacio, las líneas, el espiral, la elegancia, la inutilidad de la fuerza. fueron tantos los conceptos vertidos durante el fin de semana. fueron tantas las sensaciones y experiencias que vivió el aikidoka durante este seminario, que cualquier esfuerzo por intentar ponerlos en palabras, resulta inútil, como ya se habrá dado cuenta el amable lector.

y como en este espacio se tiene plena conciencia del valor que tiene el tiempo en la sociedad moderna, esta narración
por hoy llega hasta aquí.