agosto 25, 2006

la práctica de esta mañana tuvo un lento despegue para el aikidoka. durante mucho rato el aprendiz se sintió lento y distraido. sentía su cuerpo pesado. y así se mantuvo (y así se sintió), hasta que de a poco fue alcanzando cierto ritmo y logró sumergirse en la práctica, la cual estuvo centrada en ikkio (ikkio parece ser el origen).

el aikidoka tuvo hoy la oportunidad de practicar con un compañero al que nunca había enfrentado. no menor fue la sopresa del aikidoka al comprobar la enorme flexibilidad y plasticidad de la que hacía gala este practicante.

por si esto fuera poco, cada vez que al aikidoka le tocó el turno de uke, este practicante (de alto rango, imaginó el aikidoka, con varios años de experiencia), una vez que había sometido al aikidoka, le prodigaba breves pero placenteros masajes a la altura del hombro, haciéndole ver, con gran alegría y excelente disposición, que el aikidoka estaba rígido, demasiado tenso, que debía soltarse.

y tenía razón. el aikidoka tiene sumamente claras sus limitaciones, dentro de las cuales se cuentan la rigidez y escasa elasticidad de su cuerpo. de todas formas, y por lo mismo, fue un agrado trabajar con este alegre y ágil practicante, poco habitual de las sesiones matutinas en el dojo.

una vez cerrada la práctica, el aikidoka solicitó atokeiko a sensei, quien se encontraba doblando su hakama. sensei interrumpió su labor y procedió a realizar atokeiko con el aikidoka, quien terminó exhausto, absolutamente rendido.

el aikidoka demoró algunos minutos en recuperarse del esfuerzo que le significó atokeiko, pero una vez recuperado, volvió a sentir ese placentero cansancio que lo domina al término de cada práctica.