esta mañana el aikidoka no sólo alcanzó a leer algunas líneas (hábito que ha adquirido desde hace algunos días mientras espera que se abran las puertas del dojo), sino también, ya una vez adentro, sobre el tatami, nuevamente tuvo tiempo para lanzar algunos cortes con el bokken. bastante más que en otras ocasiones, con irregular efectividad (siempre bajo el rango de lo aceptable), igual que en otras ocasiones.
la práctica se abrió con cinco practicantes que alternaron cordialmente sobre el tatami.
ikkio fue nuevamente la técnica en la que estuvo centrada la práctica. es que a fin de cuentas es ikkio la médula de muchas otras técnicas. otras conexiones que nacen desde ahí.
hoy asistió un nuevo aprendiz a la práctica, con el que el aikidoka intercambió en reiteradas oportunidades. un hombre bastante más experimentado que el aikidoka, por cierto (es difícil encontrar en el dojo a alguien menos experimentado que el aikidoka), con el que fue muy grato compartir. lo mismo con ese aprendiz enorme que mide dos veces lo que mide el aikidoka, y que lo hace sentir como nage, pero es dócil y disciplinado como uke.
fue una práctica exigente, en la que el aikidoka tuvo la oportunidad incluso de alternar también con sensei, quien lo guió con generosidad y asertividad por el camino.
una vez cerrada la práctica (una vez barrido el tatami entre todos los asistentes), el aikidoka se estaba deslizando sigilosamente fuera del tatami, cuando sensei lo detuvo: atokeiko, clamó desde el otro lado del tatami. el aikidoka volvió tras sus pasos, y fue sometido a una intensa sesión de proyecciones con ukemis que obligaron al aikidoka a llevar al límite sus regulares condiciones físicas.
después de atokeiko, el aikidoka prácticamente salió gateando del tatami. pero ahora está cargado de ese cansancio retroactivo. ese cansancio que se convierte en vigor y entusiasmo.