un día limpio y despejado esperaba al aikidoka para la práctica de esta mañana. una práctica que no sería como las otras (aunque en realidad, ninguna práctica es como otra).
desde hace algún tiempo el aikidoka había venido cuestionándose hondamente sobre la efectividad del aikido frente a determinadas situaciones fuera del dojo.
y hoy, como si el sempai hubiera estado enterado de las reflexiones en las que estaba inmerso el aikidoka, se refirió precisamente a ello. y a decir verdad, la propuesta del sempai es muy similar a la conclusión a la que había llegado el aikidoka con respecto a este dilema.
no es necesario que el aikido sea efectivo. el aikido debe ser una forma de comunicación corporal. no se está en el dojo pensando en enfrentarse a situaciones delicadas que podrían ocurrir en la calle. "porque si quieren dártela, te la van a dar", dijo el sempai.
muchas veces el aikidoka ha recibido advertencias de otros aprendices e incluso de algunos sempais, sobre la posibilidad de recibir determinado ataque si se tiene abierto algún flanco. pero eso no es necesario, porque no se debería estar pensando realmente en un ataque, sino más bien en sacar al oponente de su centro. y en eso se puede estar toda una vida. el resto es innecesario. el aikidoka no piensa en la lucha. es más, el aikidoka no concibe la lucha. sólo busca la comunicación corporal, el centro como eje y generador.
mientras todo esto ocurría, una densa niebla se dejaba caer sobre el dojo y sobre toda la ciudad.
más tarde, el sempai se refirió también a la distancia entre dos puntos. en el espacio que se abre al recorrer esa distancia.
fue una práctica hermosa. conceptual pero viva, alegre y cargada de buena energía.
en la calle, el aikidoka debió abrirse paso entre la niebla.