abril 26, 2007

por motivos que no vale la pena explicar, el aikidoka asistió nuevamente ayer a la práctica de la tarde. y en la práctica de la tarde ocurrió un suceso de enorme trascendencia para el aprendiz: por primera vez, y en medio de una práctica plagada de sempais (incluso con uno que otro cinturón negro), sensei invitó a este humilde aprendiz a ser uke para ejemplificar una técnica.

fue un momento de honda emoción para el aprendiz que intentó dar lo mejor de sí.

la técnica era shomen uchi sankyo ura. primero se absorvía el ataque y se bajaba a uke simulando un sablazo, para luego, después de un vaivén producido por la intención de uke de volver a subir, nage cambiaba de mano, torcía el antebrazo y despojaba a uke de su centro.

fueron segundos de profundo orgullo y emoción para este practicante, quien a pesar de no tener grados, siente que con este hecho en apariencia cotidiano, ha dado un pequeño paso en el camino del budo.

esta alegría y emoción se prolongan hasta el día de hoy. sí, porque hoy se cumple exactamente un año desde que el aikidoka retornó al tatami después de un breve paso por el dojo y una larga ausencia del mismo.

y quizás aquí convendría dar un salto al pasado y remontarse a los primeros encuentros que el aikidoka tuvo con el aikido:

hace cerca de diez años, una buena amiga del aprendiz (que en esa época no era siquiera un aprendiz), le contó que estaba practicando aikido y una tarde en un parque de la ciudad, esta amiga le enseñó. el aikidoka recuerda con perfecta claridad la sensación: había que flectar una pierna por detrás de la otra pierna, ovillarse y dejar caer el cuerpo rodando hacia atrás, para luego ponerse de pie gracias al impulso. era nada más y nada menos que ushiro ukemi, que por supuesto el aikidoka (que en ese tiempo no era aikidoka) no sabía que se llamaba así. después de eso una vez el aprendiz fue a ver a su amiga al dojo donde practicaba, y quedó gratamente sorprendido con todo lo que vio. pero hasta ahí llegó todo.

pasaron varios años después de eso (inexplicablemente el aprendiz dejó de ver a esa buena amiga), cuando el sicólogo que atendía semanalmente al aikidoka le contó que él practicaba aikido y lo invitó a practicar. el aprendiz esperó a que concluyera la terapia (de la que salió lúcido y fortificado) para acercarse al dojo y matricularse y comenzar las prácticas. estamos hablando del año 2000 o 2001 (el aikidoka no lo recuerda ya).

hay que decir que el aikidoka se sintió muy cómodo desde que puso un pie en el dojo el primer día y practicó intensamente en horario matutino durante tres meses. sin embargo, y debido a un problema logísitoco, el aikidoka
con el dolor de su alma, debió dejar las prácticas. se fue prometiendo retorno.

y cumplió. después de cinco años de su primer encuentro formal, el aikidoka volvió al dojo y hoy se cumple un año de esa sabia decisión.

por eso hoy el aikidoka celebra y espera prolongar este regreso al dojo todo el tiempo que su cuerpo y las circunstancias de la vida se lo permitan.