dieciseis días después de la última vez, el aikidoka se hizo presente esta mañana en el dojo para reanudar las prácticas. la primera práctica después de dos placenteras (aunque cortas, siempre cortas) semanas de vacaciones. período durante el cual, salvo un par de improvisados ukemis sobre la arena, este aprendiz no tuvo mayor contacto físico con el aikido.
pero sí mental, porque en más de una oportunidad el aikidoka se sorprendió a sí mismo (por lo general metido en el mar, capeando las olas) pensando en las diferencias entre omote y ura para shi honage. y aunque algunas veces el aikidoka sentía ciertas iluminaciones en las que creía resolver el puzzle mental que le proponía su propio cerebro para resolver ciertas técnicas, ante la falta de un uke en condiciones aptas, le resultó imposible confirmar si estas iluminaciones tenían asidero en la realidad.
considerando entonces el tiempo transcurrido, el aikidoka arribó al dojo (donde ya se han restablecido las sesiones matutinas) dominado por un especial entusiasmo, condición que le permitió ponerse rápidamente a punto para sentirse una vez más en un territorio cálido y familiar.
se podría decir que la práctica de hoy estuvo centrada en el arte de la desaparición. esto es, en cómo nage puede ofrecer algo (la mano, la muñeca, el codo, el brazo) y una vez que uke se ha concentrado en aquello, y que ya se ha decidido a ir a por él, nage simplemente desaparece y donde antes había un brazo, luego sólo está el vacío. ecuación que provoca la proyección de uke.
claro que todo empezó a un tempo pausado, a partir de katate ryotedori, nage debía acercar el brazo tomado a su centro y luego, desde ahí, flectarlo y elevarlo, al tiempo que se posicionaba detrás de uke para dejar caer sólo el peso de su brazo para doblar la espalda de uke.
posteriormente sempai indicó realizar la misma técnica, pero esta vez pido a uke un ataque más solvente, no sólo sosteniendo el brazo de nage, sino intentando entrar en su espacio con intención (una intención que, dicho sea de paso, debería estar siempre presente en el accionar de uke). de esta forma, nage debía hacer un mínimo esfuerzo, que consistía en abrir un poco sus caderas, para que fuera su propio impulso el que hiciera caer a uke (que es lo que debe ocurrir la mayor parte de las veces ¿no?)
durante la realización de esta técnica, otro sempai le hizo ver al aikidoka que en katate ryotedori, las manos de uke deben ir separadas entre ellas por aproximadamente un puño, ya que si tomaban la muñeca de nage demasiado cerca una de otra, era casi lo mismo que katate dori.
más tarde la técnica varió en el momento en que sempai pidió a nage realizar un giro hacia afuera, de manera que el brazo tomado era la catapulta que terminaba proyectando a uke en mae ukemi. una catapulta en sentido figurado, por cierto, puesto que como recordará el amable lector, el brazo siempre, siempre, siempre debe estar muy relajado y no tieso ni tenso como el brazo de una catapulta.
en la técnica siguiente el giro se debía hacer ahora hacia adentro y antes de que uke tomara por completo el brazo de nage. es aquí donde se empezó a explorar en las técnicas de la desaparición, con un brazo que primero está, pero luego ya no. ¿y uke? volando plácidamente por el espacio aéreo del tatami.
fue una práctica relativamente suave, que hizo pensar al aikidoka que, tal como se había propuesto hace algunas semanas, asistiría hoy mismo a la práctica vespertina, con lo que habría completado pro primera vez dos prácticas oficiales en un mismo día. sin embargo en estos momentos el aikidoka siente su cuerpo pesado, adolorido y cansado. y aunque el aikidoka teme que los dolores puedan deberse a otra afección y no a la práctica de esta mañana, esta situación impedirá de todas formas su presencia en el dojo esta tarde.