ayer en la mañana sonó el despertador, pero el aikidoka, que ha estado expuesto a una considerable carga de actividades desde que volvió de sus vacaciones, se quedó irremediablemente dormido.
fue por este motivo que el aprendiz decidió no perderse la práctica vespertina. una práctica en la que el aikidoka se sintió especialmente cómodo y a gusto.
fue una sensación difícil de explicar y que se sustenta en aspectos poco cuantificables, como por ejemplo, la grata sensación del keiko gi, que el aikidoka sintió que le calzaba a la perfección, mucho mejor que otras veces y que además se sentía suave y terso como nunca) o la gratísima temperatura ambiente, o la cálida sensación del tatami bajo sus pies, o la cordialidad reinante en el dojo (rasgo permanente, pero que esta vez el aikidoka sintió con mayor intensidad). en fin una serie de elementos que hicieron particularmente grata la práctica. tanto, que el el aikidoka sintió que el tiempo transcurrió con mayor velocidad que otras veces. fue como si hubieran pasado apenas algunos minutos entre el precalentamiento, la práctica misma (tenchi nage, kokyu nage y otros nages impronunciables para este aprendiz) y la elongación final.
en resumidas cuentas, una gratísima experiencia, que hace al aikidoka cada vez más aikidólico.