septiembre 06, 2006

hoy lo que parecía que iba a ser una plácida y reposada práctica basada en ejercicios de respiración, terminó siendo un torbellino que obligó una vez más al aikidoka a exigir al máximo sus capacidades.

el comienzo, como ya está dicho, fue bastante suave: principalmente kokiu ho y algunas variaciones con respecto a este ejercicio de respiración. pero de a poco y sin que el aikidoka lograra percibirlo, la prática fue aumentando en intensidad.

el aikidoka recién reparó en ello cuando fue invitado por el sempai a ser uke en la demostración de una técnica. más bien en la precisión de una técnica. el sempai quería remarcar la diferencia entre realizar una proyección empujando a uke y otra acompañándolo durante la técnica, haciendo sentir a uke la presencia de nage, que no precisa empujar para proyectar.

el sempai repitió en reiterades oportunidades la forma de no realizar el ejercicio (empujando para conseguir la proyección), de esta forma, más que mae ukemis, el aikidoka se daba fuertes costalazos contra el tatami.

el sempai repitió una y otra y otra vez la forma de cómo no realizar el ejercicio, lo que para el aikidoka fue algo así como un sorpresivo e inesperado atokeiko a la vena en mitad de la práctica.

varios aikidokas dejaron la práctica hoy antes del final. todos adujeron comprensibles obligaciones laborales. el aikidoka, en cambio, tiene la suerte de estar en una condición tal, que le permite quedarse hasta el final de la clase, y cerrarla con ese aplauso doble que al final ya no sólo es la conexión del cielo con la tierra, sino también un aplauso cerrado de agradecimiento.