esta mañana el aikidoka se vio enfrentado a una de las peores luchas a las que puede verse enfrentado un aikidoka: el cansancio.
fue precisamente el cansancio el que lo hizo dudar. después de escuchar el despertador, el aikidoka, quien ha estado sometido a fuertes exigencias tanto físicas como sicológicas durante las últimas semanas, sintió que no sería capaz de levantarse.
es más, dominado por el cansancio (y la insensatez), dijo: no voy. pero a los pocos segundos reaccionó y decidió ir. decisión que el propio aikidoka agradeció una vez que estuvo sobre el tatami, esperando que el sempai diera por iniciada la práctica de esta mañana. y sobre todo al final, cuando la práctica llegó a su fin, y el aikidoka se sintió nuevamente despierto, vivo, recargado.