junio 03, 2007

el aikidoka quisiera referirse en este momento a la magnífica práctica a la que tuvo el privilegio de asistir el viernes por la mañana, guiada una vez más por el amable sensei venido del norte.

una mañana muy fría, como ya se hecho costumbre desde hace un tiempo, pero a la vez muy limpia y transparente.

durante la práctica (en la que estaba presente el propio sensei residente y varios judanshas y aspirantes a serlo), el amable sensei invitó al aikidoka a ser uke para la ejemplificación de una técnica, la cual empezaba con ushiro ryo katate dori (si es que así se le llama a la tomada de ambas muñecas por la espalda). empezaba así, pero podía terminar
literalmente en cualquier cosa.

porque finalmente lo que sensei proponía era que a partir de esa tomada nage debía manejar el campo de gravedad
propio, y si lo hacía correctamente, conseguía también tomar el campo de gravedad de uke, y de ahí adelante ya era cosa de coser y cantar.

para sensei, por cierto, quien hacía parecer que todo era demasiado fácil (situación nada más ajena a la realidad).

el punto es que a juicio del aikidoka esa mañana el amable sensei venido del norte tuvo una actitud particularmente amable y transparente con el aikidoka (o eso es lo que el aprendiz ha querido pensar) y con eso bastó para que la herida en su costado haya cicatrizado para siempre.

cerca del final de la práctica, mientras se estaba en seisa en ejercicios de relajación, sensei instó a mirar hacia afuera. el sol entraba a raudales.

es una magnífica mañana, dijo sensei.

y realmente lo era.